La trayectoria literaria de Mario Vargas Llosa se ha visto premiada hace poco tiempo con el Premio Nobel de Literatura. Largo ha sido el recorrido para conseguirlo y, como él mismo ha afirmado, aún no ha llegado a su meta. Queda mucho por hacer.
Coincidiendo son el galardón se produce la publicación de su última novela, hecho que llevaba en marcha desde verano. Esta nueva obra del escritor peruano se titula El sueño del celta. Sigue la estructura que se repite en las novelas de Vargas Llosa. Es decir, se trata de una novela de construcción binaria, donde dos historias se mezclan, al igual que pasaba en otros títulos como El pez en el agua, La tía Julia y el escribidor y El hablador. Según el autor este sistema no se trata de una técnica, sino que la existencia de dos historias hace que crezca mucho el mundo narrado. Como lector, este escritor prefiere novelas con este tipo de estructura.
La nueva novela de Mario Vargas Llosa es una obra larga, de 460 páginas. Tres años ha dedicado el escritor a esta novela, cuenta que descubrió a Roger Casement leyendo la biografía de Joseph Conrad y que tras investigar un poco sobre su vida quedó totalmente “atrapado”. Roger Casement fue un defensor de los Derechos Humanos, fue diplomático inglés destinado en el Congo y en la Amazonia. Acabó militando activamente en la causa del nacionalismo irlandés. Según Vargas llosa, este personaje es uno de los primeros europeos que tuvieron una conciencia clara de lo que fue el colonialismo y que denunció sus tropelías. Debido a la estructura seguida, el lector tiene que poner mucha atención porque la forma de contarla no es clara. Es el retrato de Perú durante la dictadura del General Rodríguez, dictadura que el autor vivió y por la que se sintió afectado, por lo que siempre quiso escribir sobre ese tema, en un sentido no político.
El momento de Mario Vargas Llosa se podría calificar como el último generacional. Dice que la literatura de su generación fue muy consciente de la técnica para la forma, debido a la precariedad en obras anteriores en el tiempo. Da tanta importancia al contenido como a la forma.
Su obra ha sido muy influyente para escritores españoles e iberoamericanos, objeto de tesis y de todo tipo de estudios. Conocido como “arquitecto de la literatura iberoamericana”. Considera el género de la novela como una género ateo (Dios no es el eje de la historia, sino que lo es el hombre), invasor (imperialista, maneja a los otros géneros) y orgulloso (el tema medular es la humanidad).
Los temas de sus novelas son los grandes temas de su tiempo, tales como el erotismo (Elogio de la madrastra), autoritarismo y poder (La ciudad de los perros, La guerra del fin del mundo), amor (Travesuras de la niña mala). Es característico su gusto por contar historias y la dimensión sexual de su conciencia.
La clave de su extensa obra literaria y periodística es la disciplina. Trabaja con horarios. También es muy importante para él su experiencia real, ya que traslada esto al terreno literario. Ha vivido en el París capital mundial de la cultura y en el Londres hippie, hechos que se han visto reflejados en su obra. El estudio de los personajes y lugares es exhaustivo e imprescindible antes de formar la historia. Autores como Azorín son del gusto de Vargas Llosa y realmente, se ha sentido influido por ellos en alguna ocasión. Uno de sus libros predilectos es La ruta de Don Quijote, de Azorín, obra en la que basó su discurso de ingreso en la Real Academia.
Según su hijo Álvaro, también escritor, Mario Vargas Llosa aún no ha llegado a su punto de llegada, de ahí su afán por seguir escribiendo. Nunca considera una novela como el culmen de lo que espera.
“La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo”, así lo define el reciente Nobel de Literatura. Así fue también en su caso. A pesar de que tuvo vocación de escritor desde que descubrió la literatura, vivía una relación tormentosa con su padre y se convirtió en escritor en contra de la voluntad de éste y del proyecto que su familia tenía para él. Afirma que seguramente estos enfrentamientos le impulsaron a luchar más por aquello que amaba.
Junto a la literatura, el otro mundo que le fascina es la política, llegando a presentarse a las elecciones presidenciales de su país, Perú, en 1990, pero Fujimori le arrebató la victoria.
Además de escribir obras literarias, publica críticas cada semana en “El País” desde hace años, por petición de su gran amigo Juan Luís Cebrián.
Lo más valioso que este autor dejará como herencia será la capacidad de aliar la ambición estética con una inquietud política, esquivando el modelo ya obsoleto de novela de crisis o propagandística.
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